JORGE VALDIVIA
Tras el término de un Mundial buenísimo, en general de excelente fútbol, quedan algunos aspectos que en lo particular me llaman la atención.
Entre ellos está el castigo al uruguayo Luis Suárez, quién por ser "vampiro" reiterado, sin duda merecía una sanción drástica, pese a que la que le dieron supera toda lógica.
Está bien; 9 fechas de suspensión en encuentros FIFA y un elevado pago en dinero no deben llamar a sorpresa, pero si a ello se agrega el resto de las penalidades, ya se cae en lo grotesco.
Son 4 meses de inactividad en su club, que era Liverpool y que ahora es Barcelona, con agregados insólitos. El futbolista no puede ni entrenar con sus compañeros, ni entrar al estadio aunque sea como espectador. Tampoco su nombre puede estar afecto a transacciones en el nuevo juego FIFA de salón.(¡¡¡¡¡)
Ahí hay que concluir que a los jueces se les pasó la mano. La "mordedura" de Suárez por cierto no merece aplausos, debido además a que sigue sin escarmentar tras dos espisodios anteriores similares.
Pero tan reprobable como lo del charrúa es la patada criminal dada en mitad de cancha en pleno desarrollo de un partido de la etapa de grupos por el italiano Balotelli. Para qué decir la repudiable acción del colombiano Zúñiga contra Neymar. Como bien lo vimos y lo volvimos a ver "titantas"veces, el astro de la verdeamarela protegía la pelota de espaldas al futbolista cafetero y esté en lugar de buscar quitarle el balón como el sentido común indicaba, abordandolo por un costado, no encontró nada mejor que saltar contra la humanidad de Neymar dándole un estremecedor golpe con una de sus piernas que le causó a su antagonista, como bien sabemos, el final en el Mundial y una lesión grave, que pudo haber sido bastante peor.
Como el propio jugador brasileño del Barcelona dice "dos centímetros más, y estaría en una silla de ruedas para todo el resto de mi vida". Las explicaciones de Zúñiga para justificar lo injustificable fueron muy desafortunadas.
No puede pretender haber querido quitarle la pelota a Neymar, agrediendo violentamente la espalda del afectado, porque ciertamente ahí no la andaba trayendo el brasileño.
Pero las acciones de Balotelli y de Zúñiga quedaron como hechos menores en comparación con lo de Suárez, porque habrían sido cometidas dentro del contexto futbolístico, al contrario de lo del uruguayo. Puede buscarse en esos decires una justificación a la tremenda diferencia en la sanción al "vampiro" y la ninguna a Zúñíga, por ejemplo, aunque por mucho que se diga que las de Balotelli y Zúñiga fueron acciones habituales en un partido y no la de "Luisito", parece inconsecuente un castigo tan amplio contra un castigo cero.
No desmerece la estupenda labor de Colombia en este Mundial el desaguisado de Juan Camilo Zúñiga, ni la soberbia performance del goleador del torneo, James Rodriguez. Sin embargo es difícil olvidar el dramático momento de la lesión de Neymar, que fue absolutamente evitable.
También en estos rezagos mundialistas está la actuación de Chile con sus virtudes, sus defectos, nuestras ilusiones y nuestros desencantos.Tras la masacre alemana a Brasil en semis y la goleada holandesa a los dueños de casa en la disputa por el tercer lugar, sigue estando en el tapete la idea que tal vez con un poco de mayor atrevimiento pudimos haber dejado en el camino a los brasileños, al margen del tiro en el travesaño de Pinilla o los tres penales perdidos en la definición.
Por estas horas, Jorge Valdivia anuncia que renuncia a seguir en la selección."El Mago" es todo un caso. De una técnica exquisita, el DT Sampaoli cifraba enormes esperanzas en su cometido en Brasil. Muy atrás quedaban las indisciplinas de Valdivia, en tiempos de Nelson Acosta y repetidas en la época de Claudio Borghi a cargo de la roja, castigadas debidamente en sus momentos.
El actual entrenador tuvo un seguimiento especial a lo que hacía Valdivia, de físico muy golpeado, en lo que era hasta ahora su club, Palmeiras de Sao Paulo. Al final "El Mago" ingresó con toda la confianza del director técnico en el partido inaugural de Chile ante Australia en Cuiabá.Muy tempranamente Jorge Valdivia marcó un golazo. Tras ello se durmió en los laureles. Sampaoli le exigía, como se había conversado mil veces, mayor entrega, ayuda a los demás cuando el ataque no era nuestro. Cansado del no acatamiento a sus directrices, lo reemplazó a los 64' y no lo volvió a poner hasta faltando 5 minutos para el final en el triunfo frente a España y bien avanzado el partido contra Holanda. Apenas entrado, perdió una pelota fácil cerca del área rival y en el contra golpe letal de Robben corriendo toda la cancha para centrar con precisión, los europeos hallaron el segundo gol a su favor, que fue lapidario para Chile.
Y de Valdivia nunca más se supo en el resto de nuestra participación. Su esposa clamaba en la prensa "por qué Sampaoli no pone a "mi mago". La historia estaba escrita, el jugador se va ahora de nuevo al fútbol árabe y propala a los 4 vientos que desde este momento será un hincha más de la selección, sin él en el grupo. Decidió renunciar por "tuiter" y la prensa.
Asombrosamente todo el crédito que le había dado Jorge Sampaoli a Jorge Valdivia, se lo negó a otro chileno que ha estado en gran forma por años en el fútbol europeo. David Pizarro, desencantado "del camarín" en tiempos de Juvenal Olmos como entrenador de Chile, se había auto- marginado de la roja, hasta que Sampaoli consiguió "un imposible": Su retorno al llamado equipo de todos. No obstante, apenas lo utilizó y al Mundial ni siquiera lo convocó. Inexplicable.
Es un mediocampista muy dúctil y que nos habría venido muy bien en estas instancias. Al menos habríamos tenido en cancha a un eximio lanzador de penales.